Quién mejor que un ingeniero para analizar todos los datos que rodean la actualidad en un periódico. Kiko Llaneras (Alicante, 1981) es doctor en Automática e Informática Industrial por la Universidad Politécnica de Valencia y periodista de datos en ‘El País’ donde escribe para explicar con gráficos y números asuntos que van desde elecciones a cambios sociales, pasando por pandemias o partidos de fútbol. Acaba de publicar ‘Piensa claro’ (Debate), un libro que resume en ocho reglas cómo descifrar el mundo que nos rodea.
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Algún ejemplo de esos engaños a los que nos sometemos por nuestra cuenta y riesgo?
La memoria. Uno de los mejores ejemplos es la ley de Murphy, esa percepción de que una tostada se cae al suelo siempre por el lado de la mantequilla y nuestra propia experiencia es que esto sucede. Pero lo que en verdad pasa es que la tostada no cae siempre del lado que te molesta, cae de uno y del otro, lo que está deformado es tu percepción: cuando cae del lado del pan, la recoges en un segundo, sigues comiendo y sigues con tu vida; pero si cae del lado de la mantequilla dices «joder otra vez igual» y solo te quedas con ese momento. En otras palabras, nuestra percepción hace muy malas muestras, tiene cierta tendencia al victimismo y al sesgo de confirmación: lo que te da la razón te llama más la atención y cuando lees un texto que te la quita acabas olvidándolo rápido.
¿Todo el periodismo de datos es 100% objetivo?
Esa es la meta. Existe esa discusión clásica en el periodismo sobre si existe la objetividad: yo tengo una opinión muy firme al respecto y es que sí, desde luego. Pero para mí la clave es entender que la objetividad es un ideal, como la justicia, la libertad o la bondad. Son virtudes que existen porque también existe lo contrario a ellas, pero no hay nadie que sea perfectamente objetivo, perfectamente empático o completamente libre. Aún así me parece importante partir de la idea de que sí que existe, porque uno es mucho más objetivo si intenta serlo. Eso sí, tener datos no es una garantía ni de ser objetivo, ni de haber hecho un buen trabajo, ni de ser un mejor periodista.
¿Esto quiere decir que deberíamos someter cualquier decisión a un proceso basado en la estadística?
Hay muchos planos de la vida en los que no necesitamos datos para gestionarlos, sobre todo individuales. Tú tienes que gobernar tu vida y no tienes tiempo ni energía para medirlo todo. Vivimos rodeados de incertidumbre, no tenemos información suficiente para plantearnos problemas por completo. Hay que tomar decisiones con la incertidumbre de que no sabes cuál saldrá mejor. Esas decisiones las tenemos que tomar personas. Asimismo, los números no van a acabar con la política, porque hay decisiones que son humanas y que requieren ética y moral. Precisamente Barack Obama cuenta en sus memorias que cuando llegó a la Casa Blanca lo primero que descubrió es que ninguno de los problemas que llegaban a su mesa tenían una solución clara, porque si lo tuviesen, alguien antes que él los hubiesen resuelto. Para tomar esas decisiones pensaba en probabilidades: podemos hacer A y tener un 50% probabilidades de mejorar la situación o podemos hacer B que tener solo un 30% de que lo haga. Y como un 50% es más, pues decidía hacer la A. Siempre va a haber que tomar decisiones humanas.
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