Palacio de la Finca Munoa
La Finca Munoa es una villa construida en 1860 como residencia de verano por Juan Echevarria La Llana, quien fue por dos veces Alcalde de Bilbao, en un altozano que domina la vista sobre la ría del Ibaizabal-Nervión en un amplio espacio ajardinado en la confluencia de los barrios de Cruces, Burtzeña, Llano y Lutxana, en Barakaldo.
Se ubica en espacio verde compuesto por un jardín inglés de más de 60.000 metros cuadrados y más de 600 árboles que se abren ante la fachada del palacio. El edificio es una de las pocas construcciones de estilo afrancesado que perviven en el entorno del Gran Bilbao, un ejemplar destacable de la arquitectura unifamiliar burguesa.
A lo largo de su historia, fue sede del Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco durante la Guerra Civil española y, posteriormente, hogar de Horacio Echevarrieta hasta su fallecimiento en 1963. El interior del Palacio Munoa se conserva intacto desde entonces, haciendo retroceder medio siglo a quienes lo visitan.
Desde 2014 pertenece al Ayuntamiento de Barakaldo. El Gobierno Vasco declaró la Finca Munoa Conjunto Monumental en el año 2017.
Echevarría La Llana, Juan. Bilbao (Vizcaya), 27.XII.1803 – 5.V.1881. Político y hombre de negocios.
Era hijo de Isidoro José Echevarría y de Ramona Salvadora La Llana, naturales ambos de Bilbao. Contrajo matrimonio, en primeras nupcias, con Esperanza Arriaga La Mata, de cuyo enlace nació Luis Echevarría Arriaga. Hijos de su segundo matrimonio, con Tomasa Arriaga La Mata, fueron Jesusa y Alfredo Echevarría Arriaga, que estuvo casado con María Concepción Bengoa González Yebra, marquesa de Villagodio. Este último, abogado, formó parte del Consejo de Administración de la empresa especulativa Banca y Bolsa Bilbaína y de la sociedad Aguirre y Cía., constituida para abrir un establecimiento de baños en Lamiaco (Lejona, Vizcaya).
Fue miembro de la Sociedad Bilbaína, foro de reunión de la burguesía bilbaína. Los postulados ideológicos de Juan Echevarría encajaban con los de la burguesía tradicional bilbaína, aferrada a sus intereses de clase con objeto de consolidar su situación económica y de acceder a los órganos de control político. Mantuvo posiciones proclives al liberalismo moderado fuerista que encarnaron también los Epalza, Uhagón o Zabálburu.
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