La educación solo equilibra desigualdades cuando existen las mismas oportunidades económicas
La universidad pública la paga todo el mundo, pero no es representativa de la sociedad que la financia. Solo uno de cada 10 estudiantes universitarios es de clase trabajadora, mientras que más de la mitad son de clase alta y un tercio provienen del entorno de la clase media. Son algunos de los datos más contundentes que aporta el informe Ser estudiante universitario hoy, publicado por la Xarxa Vives d'Universitats y dirigido Ernest Pons. Este profesor titular de Economía de la Universidad de Barcelona, que lleva años estudiando cómo el origen social determina el comportamiento académico de los estudiantes.
Además, se está empezando a ver que el origen social también predestina el tipo de carrera: los más pobres suelen estudiar carreras de letras, que no son los más exigentes, pero que tampoco ofrecen luego los trabajos más remunerados.
Es una cuestión muy interesante que aún se tiene que estudiar a fondo. Hace unos años se hicieron varias investigaciones que demostraban que las titulaciones más cortas, como eran las diplomaturas, las escogían aquellos con un origen social más humilde, pero ahora ya no se puede medir porque todo son grados con la misma duración.
También se ha visto muy claro entre hombres y mujeres, que toman decisiones muy distintas. A pesar de todas las políticas que se llevan a cabo para reducir las brechas de género, las cuestiones culturales hacen que se escojan titulaciones que perpetúan ciertos patrones. Por tanto, si sucede con el género, sucede también con otros aspectos.
Está claro que, por citar un ejemplo habitual, los hijos de médicos se matriculan más en Medicina que los que no son hijos de médicos. En las familias donde los padres tienen estudios universitarios, los hijos escogen estudios similares, aunque cada vez menos. Eso se debe a que las profesiones están cambiando mucho y hay muchas dedicaciones que no existían en la generación anterior.
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¿En qué consiste ese efecto previo?
El proceso de segregación es progresivo y empieza muy temprano, mucho antes de entrar a la universidad. Ya en los estudios secundarios hay estilos de dedicación a los estudios que son distintos en función de las familias. No podemos atribuir la decisión de dedicar más o menos horas al estudio al capricho, al interés o una determinada vocación, porque es el contexto lo que genera eso. Por ejemplo, hemos observado que cada vez hay más estudiantes que compatibilizan estudio con trabajo desde secundaria y ahí hay una gran diferencia según origen social.
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