Daniel Innerarity
La falta de representación de las mujeres no es una casualidad histórica, sino una característica estructural del Estado moderno, sostenido por un contrato sexual que descualifica a las mujeres para el espacio público. Como desveló Carole Pateman en su célebre libro sobre El contrato sexual, el Estado democrático ha sido y es masculino en la medida en que no cuestiona el contrato fundador en el que se basa. Se trata de una división de funciones según la cual el espacio público sería el ámbito propio del varón independiente y el espacio privado estaría a cargo de la mujer, que se ocupa de gestionar las dependencias.
(,,) Las mujeres no están más cerca de la gente, sino, por desgracia, más alejadas de la política. Con la democracia paritaria no se trataría, por tanto, de feminizar la política, sino más bien de politizar a las mujeres.
La falta de representación de las mujeres no es una casualidad histórica, sino una característica estructural del Estado moderno, sostenido por un contrato sexual que descualifica a las mujeres para el espacio público. Como desveló Carole Pateman en su célebre libro sobre El contrato sexual, el Estado democrático ha sido y es masculino en la medida en que no cuestiona el contrato fundador en el que se basa. Se trata de una división de funciones según la cual el espacio público sería el ámbito propio del varón independiente y el espacio privado estaría a cargo de la mujer, que se ocupa de gestionar las dependencias.
(,,) Las mujeres no están más cerca de la gente, sino, por desgracia, más alejadas de la política. Con la democracia paritaria no se trataría, por tanto, de feminizar la política, sino más bien de politizar a las mujeres.
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