El Gobierno planea un vuelco para que el aprendizaje en la escuela sea menos memorístico
Educación elabora un nuevo currículo que sustituye el modelo enciclopédico de la ‘ley Wert’ por otro basado en aplicar los conocimientos, en línea con lo que han hecho Portugal, Finlandia, Escocia y Quebec
La reforma dibuja un currículo menos sobrecargado de contenidos exhaustivos, en el que sin dejar de lado los saberes culturales esenciales los alumnos terminen siendo capaces de interrelacionar los contenidos que van aprendiendo y de resolver problemas. Promueve el trabajo por ámbitos (la mezcla de varias materias en una misma clase), la docencia compartida (dos profesores en el aula a la vez) y el trabajo colaborativo de los estudiantes. Al mismo tiempo, el nuevo modelo elaborado por el departamento que dirige la ministra Isabel Celaá da más autonomía a los centros educativos, para que estos diseñen sus propios proyectos adaptados a la realidad de su alumnado.
Establece unos “criterios de evaluación” (esto es, elementos que los profesores deben comprobar que los alumnos saben) en 4º de Educación Primaria y en 2º de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
El nuevo currículo empieza por establecer el llamado “perfil de salida del alumnado”. Es decir, qué deben saber hacer los estudiantes al terminar la primaria y la ESO para desenvolverse como “ciudadanos y futuros profesionales en un mundo interconectado, global y cambiante”. Esas grandes metas se basan en las competencias clave (lingüística, plurilingüe, matemática, científica y tecnológica, ciudadana y otras) definidas por la UE, y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 aprobados por la ONU (resolver los conflictos de forma pacífica, promover la salud personal y colectiva, actuar frente a los problemas medioambientales, promover la igualdad entre mujeres y hombres).
España presenta ahora unas tasas de abandono escolar temprano (los jóvenes de 18 a 24 años que tienen como mucho el título de la ESO) y de repetición de curso muy superiores a la media de la UE y la OCDE. En el primer caso se eleva al 16% y en el segundo, al 28,7%, frente a unos promedios del 10% y del 11,3%. Además de proporcionar a los alumnos un aprendizaje más práctico, centrado en lograr que sean capaces de hacer cosas más que de repetir contenidos en un examen, el nuevo currículo también aspira a reducir el elevado número de alumnos que se pierden por el camino, intentando garantizar que todos alcancen, al menos, lo que algunos expertos llaman una “renta cultural mínima”.
El nuevo currículo debe entregar en vigor (entre el curso 2022-2023 y el siguiente, según los niveles), el ministerio ya está trabajando con las comunidades autónomas.
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