27 ago 2008
Instrucciones para no leer un libro
(..)O: CÓMO GANAR en el juego de la humillación. Si ustedes han leído a Dave Lodge, siguiendo nuestras reiteradas recomendaciones, sabrán en qué consiste dicho juego: cada uno debe decir el título de un libro que no haya leído, y conseguirá un punto por cada otro jugador que sí lo haya leído. Gana el que más puntos tenga.(..)
(..)Pero quizá la clave de bóveda en la argumentación de Bayard es la relativización de la lectura, la problematización de la distinción entre lo leído y lo no leído. Entre ambos polos ideales pueden aislarse, en efecto, varios estadios intermedios: los libros hojeados, los libros de los que uno ha leído u oído hablar, los libros que alguna vez leímos y hemos olvidado, total o parcialmente. Por otra parte, tanto los libros leídos como los no leídos son sometidos por nuestro cerebro a un proceso de reducción que los hace manejables, pero que también elimina gran parte de su contenido, y hasta introduce elementos ajenos a él. (..)
(..)Desde nuestro punto de vista, la no lectura es un factor importante en la historia literaria que queremos hacer, una historia lansoniana que no olvide ni al autor más pequeño —pues todos son imprescindibles para completar el cuadro— y que se detenga en las determinaciones socio-históricas de la literatura y su consumo, ya que, por una parte, el historiador de la literatura debe conocer muchas más obras de las que jamás podrá leer, y por otra, los textos literarios no suelen traslucir las determinaciones socio-históricas de que resultan. Si nos apuran, diríamos que una de las funciones del historiador de la literatura ha de leer ciertas obras para que no se las tengan que leer los demás. Pues aquí de lo que se trata de adquirir —y transmitir— conocimientos. Por supuesto, quien así lo desee podrá seguir disfrutando de la lectura —pero que lo haga en su tiempo libre.(..)(via)
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